El ADN de la palabra

Siempre disfrutaba de tener la última palabra. Vano placer. Pero, el tiempo y el dolor le enseñaron, finalmente, a disfrutar el momento en que la palabra se vuelve realidad. Sagrado placer. Desde la receta de estos huevos revueltos que disfruto, hasta pararse delante del paisaje inmenso y maravilloso que uno había visto solo en las fotos de un folleto, o el instante en el que una inmensa aeronave se eleva un milímetro del suelo después de años de estudio y dibujo, ¡y qué decir del momento en que cumplimos una promesa!
La palabra multiforme siempre está detrás de cada acto humano, a veces en un texto, otras veces en un grito, muchas veces en imágenes que compartimos. No siempre entendemos lo que dicen, no siempre sus mensajes son para nosotros. Pero siempre transforman la realidad. La palabra es el ADN sintético que el hombre usa para construir su mundo. Literal. No es casualidad que detrás de una A esté un toro y de una B los cuernos de una vaca y luego una casa. Ahora lo entendemos mejor y mejor haríamos en tratar de entenderlo, rodeados de realidades virtuales y aumentadas como estamos ya. Y en lugar de desconfiar, confiar, que de seguro el que desconfía ahora ya desconfiaba antes y tal vez desconfiaba siempre. Confiar en que por los frutos la reconocerás, es decir, que va a tomar su tiempo, que lo importante no es de un día para otro.
La verdad es nuestra aspiración, pero a ella no se llega con desconfianza. El más profundo conocimiento del mal solo nos hace daño y malos. El mal es la muerte. La verdad es el bien y hace vivir. Si la palabra no hace el bien, no es verdad. La verdad es lealtad. Ser leal al bien, siempre, hace bien, es verdad. Lealtad a vivir, hasta el último-primer suspiro. No hay contradicción. En un abrir y cerrar de ojos todo se transforma.
A veces, la verdad duele, suele ser cuando hemos dislocado nuestra vida. Y duele poner las cosas de nuevo en su sitio, pero al instante, después del dolor, qué paz. La verdad es esa adolorida paz en un mundo dislocado.
Entonces, la palabra es buena si trae vida. Ese es el principio.
Desde el principio estuvo la palabra, porque la palabra estaba junto a la autoridad, porque la autoridad era la palabra.