Espiritualidad = Cultura

No nos equivoquemos. La espiritualidad no es intangible. Puede que algunos procesos o partes de ellos sean intangibles, o nos parezcan que no se pueden "tocar" por nuestros sentidos, pero bien dijo el sabio que escribió la carta novotestamentaria a los Hebreos:
Pero el alimento sólido es para los maduros, para los que por la práctica tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal.
—¡¿Cómo?! ¿El bien y el mal no son asuntos espirituales?
Resulta que uno puede ir a un "gimnasio" a entrenar los sentidos para distinguir entre lo bueno y lo malo.
—¡¿Cómo?! ¿Que el bien y el mal es un asunto de calidad?
Es claro que tenemos un serio problema con lo que llamamos "espiritual" y esa dificultad para entender este asunto ha traído cola. El problema de lo "espiritual" es que complica la vida "material". Y claro, en el corto plazo no se entiende la necesidad de controlar la calidad.
Así no más... es el lema de la vida en el corto plazo. Y en un mundo cortoplacista, los amos del cortoplazo miran con desprecio a los que se preocupan de hacer las cosas no solo como se deben, sino como es mejor aún para los que no están.
Pablo el tarsense dejó en claro el orden y la dependencia al escribirles a los corintios:
Sin embargo, lo espiritual no es primero, sino lo material y después lo espiritual.
Es claro que para Pablo, a diferencia de otros puntos de vista, como el de los gnósticos, lo espiritual no es paralelo, anterior y superior a lo material. Sino que lo espiritual es una etapa posterior, una fase superior de la misma materia.
Seguramente, la confusión surge de no comprender el siguiente texto, escrito por la misma persona en la misma carta del texto anterior, que dice:
Pero el hombre material no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no es juzgado por nadie.
En el primer texto, lo material y lo espiritual son fases del proceso humano. En el segundo texto, el hombre material y el hombre espiritual son mentalidades. Por eso, en esa misma carta, el tarsense señala:
Así también está escrito: el primer Adam llegó a ser materia viva y el postrer Adam espíritu vivificante. Pero lo espiritual no es primero, sino lo natural y luego lo espiritual.
En otras palabras, el Adam del Génesis era un hombre en bruto, instintivo, primitivo, ignorante, mientras el Adam del Evangelio era un hombre cultivado, instruido, civilizado, preparado, inspirado, en los valores de la vida y el bien.
La diferencia entre ambos se nota en los resultados. Unos son los frutos de la ignorancia y otros son los frutos del conocimiento. Hablamos del conocimiento integrado a la conciencia, no de información acumulada en una memoria, ese conocimiento que hace la diferencia entre éxito y fracaso en la vida, ese conocimiento al que hace referencia el profeta Oseas cuando demanda:
Mi pueblo es destruido porque carece de conocimiento.
Dejemos de hablar de la espiritualidad como algo fuera de la materialidad. Descubramos por fin la "divinidad" de la materia y centremos nuestro esfuerzo en cultivarnos de tal manera que logremos alcanzar una civilización avanzada: consciente, pacífica, productiva, responsable.