Eva y la tecnología

La tecnología es un tema prioritario para el desarrollo humano. Es común escuchar la crítica que se hace a las nuevas tecnologías. Es cierto que ella nos ha creado muchos problemas, pero, parece que son más las soluciones y que mucho depende de nuestra participación. Personalmente, creo que la tecnología es el tema humano por excelencia, porque es a través de ella que el conocimiento aterriza en nuestra realidad.
¿No es el tema tecnológico el asunto de fondo en el relato del capítulo tres de Génesis?
El fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal es una alusión directa a la tecnología. El diálogo de Eva con la serpiente no deja lugar a dudas: el fruto es un medio elegido para lograr un resultado. Y la opción tecnológica de Eva termina afectando a todos. Adam, entretenido en asuntos que no son tema de este artículo, sin mala fe, usa la tecnología irresponsablemente sin hacer más preguntas y termina convertido en un cobarde. Eva, sin duda, lleva la peor parte, porque la tecnología va a afectarle la salud directamente, al complicar sus partos. Ambos van a sufrir un trauma cuyas consecuencias aún nos afectan a todos. Todo por culpa de Apple (😁).
Pero no es broma. En el relato bíblico hay dos árboles, uno es el "Árbol de la Vida" y el otro es el "Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal". Ya los nombres parecen recordarnos la diferencia entre un alimento natural y otro producido por la industria química. Como quien dice "cómete un huevo" o "ingiere los prótidos que contienen biopolímeros de aminoácidos". Son dos caminos. Uno es el del fabricante y el otro el del usuario experto. Tú eliges. En uno, tu trabajo consiste en seguir el manual al pie de la letra, para que asegures la vida y estés libre de dedicarte a lo que consideres importante. En el otro, tu trabajo es descubrir por ti mismo cómo funciona la vida, con el riesgo de perderla en el intento y sin que te quede tiempo para más hasta que logres asegurarla. Y nosotros, en los días del rey Adam decidimos vivir nuestra vida en el taller, reparando nuestras vidas, recuperándonos de nuestras propias decisiones.
Sin duda, el que elige el camino experimental, al final, tendrá una percepción mucho más profunda de la vida. El costo es el problema. El sufrimiento es el dilema. Y según el relato bíblico, el Creador consideró que lo justo era darle al humano la oportunidad de elegir. La libertad es nuestro bien supremo, por mucho que es el activo más peligroso de nuestra economía.
Ya no podemos volver a los días del Jardín del Edén. Esa opción quedó cancelada. Ese es otro aspecto del relato muy significativo. Con la tecnología no hay vuelta atrás. Descubrimos la energía nuclear y su extraordinaria potencia nos deslumbró al punto de la locura. Ahora, no podemos separarla de Hiroshima y Nagasaki. Aún así seguimos avanzando hacia los llamados reactores nucleares de cuarta generación. En el relato bíblico, la autoridad llama a consulta de urgencia y toma una decisión:
Ahora el hombre se ha vuelto como uno de nosotros, pues sabe lo que es bueno y lo que es malo. No vaya a tomar también del fruto del árbol de la vida, y lo coma y viva para siempre.
La tecnología no es neutra, siempre tiene consecuencias. Por lo que no es responsable mirarla desde la distancia y comodidad de nuestras vidas privadas. El mismo Creador tuvo que tomar medidas. Eso implica tener el poder para intervenir. Ese poder está incluido en nuestro paquete biológico (ADN), pero no es automático, también depende de la tecnología.
Mientras no seamos concientes de la omnipresencia de la tecnología en nuestras vidas, un aspecto fundamental de nuestra responsabilidad y desarrollo estará fuera de control. Mucho de lo que llamamos mala suerte, desgracia, injusticia, etc., no es otra cosa que tecnología fuera de control.
Y echó a Adam del jardín de Edén y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado. Después de haber expulsado al hombre, destruyó los campos que rodeaban el jardín de Edén y dejó un desierto desolado y ardiente, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida.